La mayor aportación del hombre a la Naturaleza es el Arte. La mejor llave de paso hacia la inmortalidad, el fiel reflejo del espíritu, el eterno retrato del alma...
Y mi pasión, la pintura. Me he permitido aquí hacer un paréntesis en la vida y obra de los artistas contemporáneos para mostraros una pequeña parte de mi tiempo entre óleos.
Una mañana cualquiera de un fin de semana corriente, me despierto y la tengo. Tengo esa idea que pretendo que adorne las paredes de mi habitación. Sin más demora, busco en el ordenador la imagen correspondiente y salgo a imprimirla y a comprar el lienzo en el que se plasmará. Cuando llego a casa, es el momento de medir, cuadrar y "manchar". La sensación de empezar algo nuevo en una superficie blanca es inigualable. Ante la imposibilidad de conocer el grado de satisfacción final, mi mente se inunda de dudas: ¿Seré capaz de hacer esas ramas del árbol de ahí? ¿Cómo me va a salir esa expresión en este rostro? ¿Cómo podré pintar esa textura? Pero lo mejor es lanzarse sin pensarlo; hacer la primera mezcla y atacar con el pincel la pureza del lienzo. El resto sale solo.
El marrón no es marrón, sino, de más oscuro a más claro, tierra sombra tostada, tierra sombra natural, tierra siena tostada, tierra siena natural y ocre amarillo. ¿Azul? No. Azul ultramar claro, azul ultramar oscuro, azul cobalto claro, azul cobalto oscuro, azul real, azul celeste, azul cyan, azul turquesa, azul índigo, azul prusia (mi favorito)...
Con lo que más disfruto en la pintura es mirando un detalle de la imagen y adivinando qué dos, tres, cuatro o cinco botes de óleos tengo que escoger para hacer la mezcla. Cuando el color resultante es similar al de la muestra, es cuando verdaderamente me siento útil en esto.
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Flores en mano (detalle) |
Esta flor solo está compuesta por tres colores:
magenta, blanco y tierra sombra tostada. Sin embargo, la de más arriba lleva al menos seis tonos distintos. A veces, a simple vista parece que el juego de luces y sombras bien puede hacerse con una combinación de blanco y tierra, pero cuanto más se acerca uno al cuadro o imagen de referencia,
más tonos es capaz de percibir. Al final, todo se trata de preguntarse con qué nivel de fidelidad es preciso conformarse.
A más fidelidad, más tonos y más tiempo.
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Caballos azules (detalle) |
Durante la realización de Caballos azules, de Franz Marc, descubrí cuánta fuerza puede llegar a tener la combinación de dos colores:
azul prusia y blanco. Solo con éstos, se articulan tres caballos en una superficie de 92x65 cm, y el impacto visual que provocan hace que el espectador se detenga más de tres segundos delante de ellos. Así pues,
las mezclas restan fuerza a la obra. Por ello, dejemos las mezclas para el realismo; éste se trata de un
cuadro expresionista y, con su técnica de colores puros, cumple perfectamente su función.
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Niño filipino entre seda (detalle) |
Y luego están esos
detalles... Niño filipino entre seda es una
lámina a pastel. Normalmente, los detalles en el pastel se intuyen, se observan desde lejos y se admira su grandiosidad. Quizá yo no tenga esa capacidad y prefiera acercarme demasiado, como en este caso. Cuando quise pintar esta fotografía de
Manuel Libres Librodo, lo que más me llamó la atención fue el
ojo del niño. Sin embargo, no fue hasta que no me adentré en él dispuesta a
reflejarlo fielmente cuando percibí ese detalle: delante del niño, en el momento de ser fotografíado, se hallaba un camello. Así pues, en un ojo no de mayor tamaño que la yema de mi dedo, quise representar el animal, el cielo y las nubes. Porque la esencia del cuadro no era la expresión del niño, sino lo que este niño miraba.
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Boceto de Impresión sol naciente |
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Boceto de Niño jugando con barco |
Quisiera ir terminando con el comienzo. Estas dos imágenes son un ejemplo del mapa que me indica por dónde debo empezar a pintar. Una vez que el lienzo está
encuadrado, se hace un dibujo rápido a
carboncillo para luego delimitarlo con
óleos muy diluidos en aguarrás. A partir de aquí, el paso siguiente ya puede llamarse "pintar un cuadro".
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Impresión sol naciente (detalle) |
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Atardecer en África (detalle) |
Cuando el cuadro ya está
acabado y seco, me es imposible resistirme a pasar minutos delante de él
buscando errores. Luego, cuando ya estoy conforme con lo que he hecho, es el momento de
enseñarlo y de escuchar opiniones de personas que solo calificarán el resultado final. Es tremendamente necesaria una valoración externa, de alguien que no tenga en cuenta el proceso de las medidas, la encuadración, las mezclas o los detalles.
Es entonces cuando llega la hora de realizar el acto de mayor satisfacción:
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Firma |