Frida Kalho y Diego Rivera, 1928.
Frida ya había estado observando y admirando a Diego Rivera a partir de 1922, antes de que ella fuera víctima del grave accidente de tráfico; pero cuando verdaderamente comienzan a relacionarse es en 1928, fecha en la que Frida se afilia al Partido Comunista de México. Por aquel entonces, Diego estaba terminando su mural "Balada de la revolución", e incluyó a Frida como protagonista en uno de sus paneles.
Diego Rivera. Balada de la revolución (detalle), 1923-28. Panel "Frida Kalho reparte las armas".
Autorretrato "El tiempo vuela", 1929. Un año más tarde de este segundo reencuentro con Diego, Frida se autorretrata de esta manera, acompañando su figura con un avión que se divisa a través de la ventada, y un reloj despertador a la derecha, simulando en conjunto la fugacidad del tiempo.
La pareja se casó el 21 de agosto de 1929, ella con 22 años, y él con 43. Desde que Frida comenzó a compartir su tiempo con su marido, dejó de vestirse como lo hacía de manera frecuente hasta entonces: con traje de hombre. "En otra época me vestía de muchacho, con el pelo al rape, pantalones, botas y una chamarra de cuero, pero cuando iba a ver a Diego me ponía mi traje de tehuana", dijo Frida. El traje al que se refería es al que hemos visto en la primera fotografía de la pareja. La región de México de la que era típico se caracterizaba por el dominio de la mujer, y quizá fue eso lo que hizo que la pintora se decantase por aquel atuendo, al igual que muchas intelectuales mexicanas de los años veinte y treinta. Como vemos, el estilo de Frida queda patente en todos los ámbitos de su vida, entre ellos la pintura, la ropa y la vida marital; y es que todo gira en torno a un mismo punto ideológico que comparte con Diego: el mexicanicismo.
Frida Kalho y Diego Rivera
Frida Kalho con Diego Rivera en una manifestación del Socorro Rojo, 1931
Mi nacimiento, 1932. A la dantesca escena se le suma un detalle: el rostro de la madre cubierto por una sábana debido a su muerte durante la realización del cuadro.
Autorretrato en la frontera entre México y Estados Unidos, 1932.
Frida Kalho con Diego Rivera en una manifestación del Socorro Rojo, 1931
Resulta extraño, e incluso cómico, que la ex-mujer de Diego, Lupe Marín, protegiera a Frida y la enseñara a cocinar los platos favoritos de su marido. En agradecimiento, Frida le pintó un retrato.
Retrato de Lupe Marín, 1929
En noviembre de 1930, Diego recibió el encargo de pintar un par de murales en San Francisco, lo que supuso el traslado de la pareja a Estados Unidos por cuatro años. Durante su estancia en esta ciudad (hasta junio de 1931), Frida pintó varios retratos de sus amigos y conocidos, uno de los cuales es Retrato de Eva Frederick. Como curiosidad, en la película Frida, de 2002, para patentar la bisexualidad de Frida, la protagonista se acuesta con una cantante de raza negra, tal vez inspirada en esta obra. No obstante, durante estos primeros años de matrimonio, Frida se mantuvo fiel, y no fue hasta el regreso a México cuando empezó a mantener relaciones sexuales tanto con hombres como con mujeres.
Retrato de Eva Frederick, 1931
Ya en 1930, la pintora se quedó embarazada. Sin embargo, tuvo que abortar por razones médicas, ya que su pelvis y su columna quedaron destrozadas tras el accidente. En 1932, en Detroit, se volvió a quedar embarazada, y esta vez se dejó aconsejar por el doctor Leo Eloesser, con quien había establecido muy buena amistad desde el comienzo de su estancia en Estados Unidos. Su consejo fue ponerse en las manos de un médico del hospital Henry Ford, quien le dijo que podía continuar con el embarazo y tener al bebé mediante una cesárea. Frida se entusiasmó con la idea, pero pronto volvió a abortar. El duro golpe que esto le supuso lo plasmó en un lienzo que lleva por título Henry Ford Hospital o La cama volando.
Henry Ford Hospital o La cama volando, 1932.
La soledad que transmite el cuadro queda patente en las grandes dimensiones de la cama con respecto a Frida; una cama que sobrevuela un desolado paisaje industrial con el que la pintora no se siente identificada en absoluto, sino que lo utiliza para representar la frialdad de aquella sociedad estadounidense. Su mano izquierda sujeta tres cuerdas en cuyos extremos se anudan objetos cargados de simbología, así como el feto que acaba de perder, el pequeño "Dieguito". El caracol es una metáfora de la lentitud del aborto, y la maqueta médica de arriba a la izquierda y la estructura ósea de abajo a la derecha están relacionadas con su columna y pelvis rotas, que le impiden quedarse de nuevo embarazada. La orquídea violeta simboliza para Frida la sexualidad y el sentimiendo. Además, fue la flor que le llevó Diego al hospital. Por último, la pieza de máquina al pie de la cama se trata de una pieza que se utilizaba como tapa de cierre para depósitos de gas. Frida quiso pintarla haciendo una comparación con su incapacidad para mantener al bebé dentro de su cuerpo.
Este cuadro cargado de sufrimiento le sirvió como inspiración para la representación de su propio nacimiento:
Mi nacimiento, 1932. A la dantesca escena se le suma un detalle: el rostro de la madre cubierto por una sábana debido a su muerte durante la realización del cuadro.
Ese mismo año, Frida se quiso reflejar entre dos mundos muy diferentes, surgiendo de esta idea Autorretrato en la frontera entre México y Estados Unidos. La propia figura de Frida divide la escena en dos partes desiguales, pues es mayor la representación de México. Ataviada con un elegante vestido rosa, sostiene en una de sus manos la bandera mexicana, y en la otra un cigarrillo. Vemos la clara oposición entre estos dos países en todos sus elementos. En primer lugar, en el cielo mexicano se hallan las fuerzas naturales, y en el estadounidense, humo de la fábrica Ford, la bandera del país y rascacielos. Si descendemos la mirada, observamos a la derecha un mundo frío, dominado por las máquinas y la tecnología, frente al mundo de la izquierda, cargado de historia y arraigado a la tierra. Por último, en la parte baja del cuadro se encuentran, literalmente, las raíces de ambos mundos: por un lado, raíces industriales, representadas mediante cables, y por otro, raíces naturales, materializadas en plantas.
Sin embargo, si prestamos más atención, hay un detalle en el suelo que une estos dos mundos: el generador estadounidense obtiene su energía a través de unos cables que están conectados a una planta mexicana, y esta energía alimenta el zócalo en el que se yergue Frida.
Autorretrato en la frontera entre México y Estados Unidos, 1932.
La pareja comenzó a discutir a partir de entonces sobre el regreso a México. Frida quería volver a su tierra natal, y sin embargo Diego prefería quedarse en Estados Unidos durante un tiempo más prolongado. Como reacción a una de estas discusiones, Frida pintó Allá cuelga mi vestido, un retrato de la sociedad capitalista repleto de ironía que muestra, a la vez, la decadencia de los valores humanos.
Allá cuelga mi vestido, 1933.
No obstante, dicho lienzo lo tuvo que acabar en México, pues a finales de ese mismo año Diego Rivera fue eximido de su contrato. Así, mandaron construir una llamativa casa a las afueras de Ciudad de México, estructurada en dos compartimentos que se unen mediante un pasillo exterior: en la parte rosa vivía Diego y en la azul, más pequeña, Frida.
Casa de Diego y Frida. San Ángel, México.
Poco después de su llegada, se vio obligada a interrumpir de nuevo otro embarazo. Esto y otros problemas médicos fueron la causa de su escasa producción pictórica durante estos años. Destaca un lienzo en el que muestra su visión de un reportaje periodístico. En dicho reportaje, se narraba la historia de un marido que había asesinado a su mujer en un ataque de celos y que se había defendido ante el juez diciendo que no fueron nada más que "unos cuantos piquetitos".
Unos cuantos piquetitos, 1935.
La decisión de pintar este asesinato no fue aleatoria, sino motivada por las constantes infidelidades de Diego desde el principio de su matrimonio, que alcanzaron su punto álgido en la relación que mantuvo con Cristina, hermana de Frida. Las manchas de sangre en el marco nos regalan una visión de una Frida profundamente herida. Este hecho supuso el abandono de la casa por parte de la artista, que se mudó a un apartamento en el centro de la ciudad. Además, huyó de este dolor viajando a Estados Unidos con dos amigas. Fue a partir de entonces cuando Frida, cansada, decidió serle infiel también a Diego, tanto con hombres como, ya en los últimos años, con mujeres.
En 1937 ocurre un acontecimiento que marcará su vida: la llegada de León Trotski a la casa de la familia Kahlo (la "Casa Azul"). El motivo fue la solicitud que en 1933 realizó la pareja ante en gobierno mexicano en favor de dar asilo político a León Trotski.
Frida Kalho con León Trotski a la izquierda y Natalia Sedova, su esposa, a la derecha. 1937.
Entre la pintora y el político ruso surgió un romance en la primera mitad de 1937, hecho que explica el regalo que Frida le hizo a Trotski en el día de su cumpleaños: un autorretrato dedicado en el que se representa a ella misma envuelta en una atmósfera cálida y agradable.
Autorretrato dedicado a León Trotski o Between the Curtains, 1937.
Tras esta etapa en la vida de la pintora mexicana, asistiremos a otra protagonizada por el reconocimiento de su trabajo. Sin embargo, una vida que se asoció con la palabra "tragedia" desde el principio, no puede permitirse un periodo de tiempo demasiado largo de felicidad, por lo que pronto dicha etapa se vio interrumpida por el divorcio con Diego en 1939.
Tengo intención de seguir escribiendo sobre esta genial artista. Acabaré su historia e iré recuperando detalles de su vida. Mientras tanto, disfruten de la magnífica banda sonora de la película Frida:
(Aquí aparece la escena del asesinato de León Trotski)