Picasso en 1896, a la edad de 15 años.
Pablo Ruíz Picasso nació en Málaga, y allí comenzó a asistir a la escuela a los cinco años. La enseñanza secundaria la tuvo que retomar en La Coruña, puesto que toda la familia se mudó a esta ciudad a causa del nuevo empleo de su padre: profesor en la escuela de arte "La Guarda", donde enseñaba a su hijo. Sin embargo, Picasso completaba su formación artística en la Escuela Provincial de Bellas Artes de Barcelona, a la que estuvo asistiendo durante dos años desde 1895. Es en esta época donde ya podemos observar la grandeza del artista desde una edad tan temprana. Los lienzos en los que figuran numerosos rostros a modo de estudio de cabezas humanas son de una calidad sublime cuya autoría pocos asocian a un niño de catorce o quince años.
Retrato del padre del artista, 1896.
Retrato de la madre del artista, 1896
Primera comunión, 1896
Ciencia y caridad, 1897
Evidentemente, estas obras poseen el academicismo propio de alguien que está dando sus primeros pasos en la pintura. La relación entre ellas y el sello de identidad del autor podría ser el predominio de los tonos ocres y la pincelada gruesa. Como vemos, el estilo por el que Picasso pasó a la posteridad como uno de los más grandes en la historia del arte no surgió de la nada, sino que fue el resultado de un proceso. Picasso se creó a sí mismo, y es ahí donde reside su arte.
En 1897, el padre de Picasso envió a su hijo a Madrid, a la Academia Real de Bellas Artes, pero el pintor, decepcionado con el curso, prefería copiar a los grandes maestros de las obras expuestas en el Museo del Prado a asistir a clases, por lo que abandonó sus estudios al años siguiente. De este modo, y aún sabiendo que se podría enfriar la relación con su padre, que siempre había empleado todos sus recursos en una formación académica para su hijo, Picasso decidió emprender su propio camino como artista independiente sin haber cumplido aún los 17 años.
Pablo eligió Barcelona como sede de su formación, sintiéndose atraído por el desarrollo artístico de esta ciudad, que no se había quedado anclada en la tradición académica de Madrid. En la capital catalana no le costó hacerse un hueco, puesto que ya poseía una cierta reputación gracias a sus cuadros Ciencia y caridad y Primera comunión, que habían sido expuestos en Madrid.
Allí, comenzó a asistir a las tertulias del café "Els Quatre Gats" (Los Cuatro Gatos), un local de artistas fundado por algunos líderes del Modernismo donde se celebraban exposiciones periódicas. Una vez establecido en Barcelona, comenzó a viajar a París. El artista por el que más se sintió atraído fue Toulouse-Lautrec, adoptando su técnica en obras como Le Mouline de la Galette.
Le Moulin de la Galette, 1900
Como consecuencia de estos viajes periódicos a París, Picasso aprendió y se dejó influenciar por artistas como Monet, Gauguin, Van Gogh, Pissarro o Degas. Sin embargo, no se limitaba a copiar el estilo de cada uno de ellos, sino que lo adaptaba a sus esquemas mentales y lo plasmaba sobre el lienzo creando nuevas combinaciones con un sello propio. La obra con la que culmina esta primera época, conocida como Estado Pre-Picassiano, es Pierreuse, la mano sobre el hombro, protagonizado por una figura descentrada e inclinada hacia el espectador en la que podemos apreciar una lucha armoniosa entre los pinceles de Van Gogh y Gauguin.
Pierreuse, la mano sobre el hombro, 1901